Memoria y Lucha

NUEVOS CABLES DE LA CIA REVELAN DINERO ENCUBIERTO PARA UNA RADIO, EL MERCURIO Y LA DEMOCRACIA CRISTIANA

04.02.2018 01:37
La CIA y el golpe de estado en Chile

"El dueño de El Mercurio entregó información sobre militares y políticos."

Los archivos secretos del asesinato de John Kennedy recién desclasificados en Estados Unidos, aportan nuevos datos de la colaboración de la CIA para destituir a Salvador Allende y consolidar el régimen militar. Los documentos revelan que la CIA contó entre sus agentes chilenos con, al menos, un líder DC, dos directivos de El Mercurio y un alto oficial del Ejército. También indican que la DC envió a Venezuela a tres militantes para entrenarse en explosivos y comunicaciones clandestinas. Además aportan un dato inédito: la compra de una estación de radio –US$25.000– para hostigar al gobierno de la UP.

Fueron mencionados por sus nombres de código: “FUBRIG-1”, “FUBRIG-2”, “FUERMINE-5”, “FUBARGAIN-1” y “FUPOCKET-1”. Bajo esas chapas se ocultaban cinco personalidades chilenas que actuaban como importantes agentes de la CIA poco después del Golpe de Estado de 1973, según cables de la agencia de inteligencia estadounidense recientemente desclasificados en Estados Unidos.

Dos de ellos eran directivos del diario El Mercurio, otro ocupaba una de las máximas jerarquías de los mandos militares, el cuarto era un importante dirigente del Partido Demócrata Cristiano y el quinto pertenecía al mundo político. Todos apoyaban a la CIA en la consolidación del régimen cívico militar encabezado por Augusto Pinochet.

En septiembre de 1974, luego de que The New York Times revelara las operaciones encubiertas de la CIA –a través de un reportaje de Seymour Hersh y otros que siguieron– para desestabilizar el gobierno de Salvador Allende y asistir a los generales en la toma del poder, la estación de la CIA en Santiago contactó a cinco de sus agentes chilenos para discutir las reacciones provocadas por esas filtraciones. También les preocupaba cómo mantener fuera del alcance público los secretos que compartían. La serie de reuniones se realizó entre el 8 y el 10 de septiembre y dieron paso a extensos informes enviados al cuartel general en Estados Unidos.

“La CIA financió secretamente huelgas sindicales y gremiales en Chile por más de 18 meses, antes de que el Presidente Salvador Allende fuera derrocado, revelaron fuentes de inteligencia estadounidenses”, así se iniciaba el impactante reportaje de Hersch en el The New York Times, en septiembre de 1974 (ver aquí).

En el mismo reportaje, Hersch dice que sus fuentes le informaron que la mayoría de los “US$8 millones autorizados por la CIA para actividades clandestinas en Chile”, fueron utilizados en 1972 y 1973 para proveer de fondos y apoyo logístico a los huelguistas anti Allende. Entre ellos, se cita a los camioneros que participaron en el paro nacional del sector que duró 26 días (1972), “dañando la economía chilena y provocando la primera de una serie de crisis laborales para el presidente Allende”.

En otro acápite del extenso reportaje de Hersch, se dice que parte del financiamiento de la CIA fue al diario El Mercurio, “el principal medio opositor en Chile”. Una de las fuentes de Hersch le dijo: “Era la única fuerza política seria entre los diarios y las estaciones de TV en Chile”.

DINERO DE LA CIA PARA LA DC

“FUERMINE-5”, uno de los agentes activos de la CIA dentro de la Democracia Cristiana, “tomó con tranquilidad las noticias sobre la revelación de US$9 mil para un viaje de los líderes del PDC. Mientras movía su cabeza sobre esa filtración, él cree que a menos que la revelación genere una investigación especifica no les causará problema” (ver cable).

El “viaje” fue un tour de relaciones públicas europeo realizado por líderes democratacristianos en octubre de 1973. Un “Truth Squad” –según la CIA– que incluyó a Enrique Krauss, Pedro Jesús Rodríguez, Juan Hamilton y Juan de Dios Carmona, para defender la necesidad del Golpe de Estado, y fue financiado por la agencia de inteligencia estadounidense.

En el mismo cable ya citado se lee a continuación que “Fuermine-5” cree que “los fondos que pasaron por sus manos fueron aproximadamente US$4.000, los que fueron cambiados en el mercado libre en vez de hacerlo al cambio fijado por la estación de la CIA. El siente que eso ayudará a ocultar apropiadamente la identificación incluso dentro del PDC sobre el origen de estos fondos”. 

Otro de los agentes chilenos –“FUERMINE-1” – expresó su alivio en esas reuniones de que sus identidades no hubieran sido reveladas. Pero hizo ver su preocupación por el “momento excepcionalmente malo” en que aparecieron estas filtraciones. Y ello, porque según lo registra el cable desclasificado,“coincidió exactamente con la llegada de Eduardo Frei a Estados Unidos” (Frei Montalva era el dirigente máximo del PDC y ex presidente de Chile).

No solo información se compartió en esas reuniones. Hubo también sospechas. “FUERMINE-1” se preguntaba “si eso (la revelación) había sido deliberada”, reportó la CIA desde Santiago, según se lee en el cable secreto del 12 de septiembre de 1974.

“FUBARGAIN-1”, un alto oficial militar que se reunió con la CIA en Santiago el 10 de septiembre, también hizo explícitas sus sospechas:“La mayoría de los oficiales chilenos vio las revelaciones y el momento en que se hicieron como un intento deliberado de un sector del gobierno de Estados Unidos (aunque del Poder Legislativo) de dañar deliberadamente a la Junta y lanzar falsamente dudas sobre su independencia y rol en el derrocamiento de Allende” (ver cable).

Pero lo más importante fue que en esa reunión este agente reveló a la CIA la reacción del general Augusto Pinochet cuando fue informado de la filtración:“El 10 de septiembre, ‘FUBARGAIN-1’ dijo que el general Pinochet no parecía muy alterado”, pero comentó en su presencia que la filtración “parecería ser una tontera que había que hacer”.

En ese mismo cable se lee: “Por primera vez en nuestra relación con ‘Furbargain-1’ él mostró su descontento sobre el creciente sentimiento de incomprensión hacia el gobierno de Chile por parte del gobierno de Estados Unidos. Dijo que otros altos oficiales que han viajado a Estados Unidos y están más familiarizados con ese gobierno, podrían parcialmente entender las actuales actitudes y acciones del gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, la mayoría de los oficiales jóvenes (junior) están molestos y preocupados sobre lo que ellos sienten como el fracaso de Estados Unidos de ser un ‘buen amigo’ de Chile a pesar de los importantes sacrificios realizados aquí en la lucha mundial contra el comunismo” (ver cable).

LA CIA Y EL MERCURIO

Dos de los agentes encubiertos de la CIA en Santiago que participaron de esas reuniones –“FUBRIG-1” y “FUBRIG-2” –, expresaron su preocupación por “las implicancias de los efectos de las revelaciones”. Otro cable desclasificado, fechado en septiembre de 1974, muestra que en la estación de la CIA en Santiago compartían la preocupación de los agentes chilenos, pero por razones distintas. Según se lee en ese registro hasta ahora secreto, la inquietud se refería a los “exagerados desmentidos” hechos por El Mercurio en su cobertura sobre el financiamiento que le había proporcionado la CIA.

El descontento y la preocupación de la estación de la CIA en Santiago quedaron explícitas en el texto que se lee en otro de los cables y que también data de septiembre de 1974: “Después de citar otras fuentes, El Mercurio concluye negando que alguna vez ha habido algún ingreso inconfesable en su historia. Los libros contables de El Mercurio fueron exhaustiva y hostilmente escrutados durante el régimen marxista sin que haya sido posible especificar irregularidades. Por lo tanto, El Mercurio rechaza con legítimo desprecio los cargos hechos por un estrecho colaborador de Mr. Kennedy y se siente autorizado a conjeturar que el ataque es fruto de la irresponsabilidad periodística o de la animosidad de los consejeros de un candidato presidencial que está detenido hace varios años en sus ambiciones por los cuestionamientos a su conducta moral de que ha sido objeto en su país” (ver cable).

Los registros de la estación de la CIA sobre la cobertura de El Mercurio, dan cuenta de la preocupación que generó su despliegue: “La respuesta de El Mercurio tendrá aquí efecto neto en el aumento de más preguntas que respuestas. Este aumento de la cobertura acrecentará la presión y el posible escrutinio de los agentes de la estación envueltos; y puede afectar a aquellos no directamente involucrados.

El 13 de septiembre ‘FUPOCKET-1’ fue interpelado aquí por un reportero de Newsweek sobre su conocimiento del financiamiento. ‘FUPOCKET-1’ negó todo conocimiento sobre el financiamiento del extranjero. Detalles en una carpeta de cables separados” (ver cable).

La magnitud del impacto que podría provocar la revelación del financiamiento encubierto entregado a El Mercurio, ocupó largamente a los agentes chilenos convocados por la estación de la CIA en Santiago para esa serie de reuniones. “‘FUBRIG-2’ estaba preocupado sobre las implicancias de los efectos de las revelaciones y opinó que el sistema en Washington debería ser cambiado para evitar filtraciones”, se lee en uno de los cables (ver cable).

“Cambiar el sistema en Washington” era una pretensión osada. Al tenor de las opiniones que vierte en esa reunión “‘FUBRIG-2’, según esos registros, queda claro que el agente de la CIA en El Mercurio no era cualquier persona: “El Mercurio pudo haber tomado esta posición, porque además de su visión de derecha, la administración actual ignora el financiamiento (CIA) que tuvo lugar cuando ‘FUBRIG-2’ dirigía el show. ‘FUBRIG-2’… (tachado en el original) dijo a COS (el jefe de la estación de la CIA en Santiago) que actualmente nadie en El Mercurio sabe de ese financiamiento” (ver cable).

Pero no solo El Mercurio recibió financiamiento de la CIA: hubo también una radio en Santiago, hecho que hasta ahora se desconocía. “FUPOCKET-1”, otro agente chileno de la CIA involucrado en operaciones de propaganda, estaba visiblemente molesto en esos días con la filtración que reveló la compra de una estación de radio en US$25.000 muy poco después de la elección de Allende.

“Nadie dentro de su grupo sabía que él le dio dinero por el lado para comprar esa estación de radio y no quedaron registros de su parte en el negocio”, reportó la CIA.“Tu gente necesita cambiar sus sistemas para que estas noticias no se escapen”, se quejó“FUPOCKET-1” (ver cable)

DESCLASIFICACIÓN KENNEDY

Estos cables de la agencia de inteligencia estadounidense enviados desde Santiago, están en un archivo de la CIA que lleva el rótulo “Guerra de Preparación Sicológica General: País Chile, Febrero 1973-1974” (“Psych Warfare General: Country Chile, February 1973-1974”). Allí quedaron registradas las operaciones y los esfuerzos mediáticos que hizo esa agencia en Chile y en otras naciones para presentar al nuevo régimen de Pinochet bajo un sello benefactor.

A fines de la década de 1970, el archivo de la CIA estuvo entre aquellos documentos secretos examinados por investigadores del “U.S. Congress’s House Select Committee on Assassinations” de Estados Unidos, el cual investigó el asesinato de John F. Kennedy y de Martin Luther King. Los archivos de ese comité debían ser entregados a mediados de la década de 1990, a una comisión especial establecida por el Congreso de ese país: “Kennedy Assassination Records Review Board”.

Esos voluminosos legajos son los que acaban de ser sacados a la luz pública. Otros registros de la colección de archivos sobre el asesinato de Kennedy fueron encontrados sepultados entre los documentos secretos de la CIA “sobre terroristas anticastristas que desarrollaron estrechos vínculos con el régimen de Pinochet después del Golpe”. Uno de esos reportes de inteligencia ocultos de la CIA, y parte de los archivos sobre Luis Posada Carriles, un histórico informante y agente cubano anti Fidel Castro que trabajó para la DISIP, la policía secreta de Venezuela en los primeros años de 1970, reportó un hecho del que hasta ahora nada se sabía. “La llegada programada a Venezuela de tres miembros del Partido Demócrata Cristiano chileno para un entrenamiento en explosivos y comunicaciones clandestinas” (ver cable).

Los tres democratacristianos chilenos debieron haber llegado a Venezuela, vía Colombia, el 9 de enero de 1973, a un centro de entrenamiento secreto de la DISIP, en el Estado de Apure, advirtió la CIA (ver cable).

Según el registro, el entrenamiento era parte de un acuerdo secreto entre el gobierno democratacristiano venezolano de la época y el PDC chileno para entrenar a “un cuadro especial de activistas quienes podrían proteger a los miembros del PDC ante el evento de un golpe izquierdista antes de las elecciones parlamentarias de marzo de 1973” (ver cable).

En ese momento el presidente de Venezuela era Rafael Caldera, fundador del COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente, un partido social cristiano de la órbita DC). Los registros adicionales de la CIA, hallados en los papeles sobre Luis Posada Carriles, quien participó en la invasión a Bahía Cochinos y fue enviado por la CIA como “asesor de seguridad” a la DISIP de Venezuela, Guatemala, El Salvador y otros países, entregan más información sobre Chile. Allí se dice que otros violentos exiliados cubanos recibieron refugio seguro, entrenamiento y pasaportes falsos del régimen de Pinochet a mediados de la década de 1970. Entre ellos, Virgilio Paz, quien participó en el asesinato de Orlando Letelier y su colega estadounidense, Ronni Moffitt, en septiembre de 1976.

Basados en información proporcionada en febrero de 1976 por Posada Carriles, numerosos documentos de la CIA reportaron que uno de sus colaboradores en las acciones terroristas anticastristas, Orlando Bosch, viajaría a Costa Rica a asesinar al sobrino de Salvador Allende y alto dirigente del MIR, Pascal Allende. En uno de esos documentos se dice que el asesinato de Pascal se llevaría a cabo a cambio del apoyo “recientemente recibido desde el GOC (Government of Chile)”

Cable desclasificado de la CIA La CIA, según esos reportes, sopesó si “revertir o detener la actividad” (ver cable). Lo cierto es que, luego de que Bosch entrara a Costa Rica usando un pasaporte chileno falso, fue detenido por las autoridades de ese país. Todos estos documentos fueron desclasificados el 3 de noviembre como parte de la Kennedy Assassination Records Act, promulgada durante la administración de Bill Clinton, en octubre de 1992.

Allí se mandató que más de cinco millones de páginas de documentos relativos al asesinato de John Kennedy (1963) en un periodo de 25 años fueran completamente desclasificadas, fijando como fecha límite el 26 de octubre de 2017. Para enfrentar la resistencia a que fueran dados a conocer en bruto documentos operacionales sensibles de la CIA, el Presidente Donald Trump extendió la fecha límite por otros seis meses, tiempo durante el cual se ha programado la desclasificación periódica de miles de otros documentos del mismo archivo. “Los archivos JFK están siendo cuidadosamente soltados. Finalmente habrá gran transparencia. Es mi esperanza que casi todo sea público!”, tuiteó el Presidente Trump el 27 de octubre.

 

DUEÑO DE EL MERCURIO PASÓ INFORMACIÓN SOBRE MILITARES Y POLÍTICOS Y CONSTA EN NUEVO INFORME DE CITA DE AUGUSTÍN EDWARDS CON EL JEFE DE LA CIA DEVELA SU ROL CLAVE EN EL GOLPE DE ESTADO

04.02.2018 00:51
Agustin Edwards el golpista chileno

"El dueño de El Mercurio entregó información sobre militares y políticos."

La semana pasada EE.UU. publicó una recopilación de documentos sobre la relación con Chile entre 1969 y 1973. Un memorándum que ya había sido desclasificado en 1999, parcialmente y con muchas partes censuradas, aparece ahora en una versión más completa de la histórica reunión entre Agustín Edwards y el ex director de la CIA Richard Helms. El documento arroja nuevas luces sobre el intenso lobby que hizo el dueño de El Mercurio para promover un Golpe de Estado contra Allende con apoyo de la CIA y desmiente lo que le declaró al juez Carroza en septiembre pasado sobre dicha reunión.

“Reitero que tuve una reunión en Washington con Helms [Richard, el director de la CIA,]”, testificó bajo juramento el dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards, ante el juez Mario Carroza a fines de septiembre del año pasado. Y agregó:

“Además, esta reunión se efectuó días después de la elección de Salvador Allende, oportunidad donde se comentó la circunstancia de haber sido electo un presidente comunista en un país democrático, pero en ningún caso se pensaba en un Golpe de Estado o algo parecido” (ver la información de El Mostrador sobre su declaración ).

De hecho, Edwards y Helms sí discutieron exhaustivamente y en detalle la necesidad de un Golpe de Estado en Chile en ese encuentro realizado el 14 de septiembre de 1970, diez días después de la elección presidencial en la que Allende obtuvo la primera mayoría. De acuerdo a un documento desclasificado que en diez páginas resume la reunión, el dueño de El Mercurio entregó extensa información de inteligencia sobre los potenciales conspiradores para un Golpe de Estado en las distintas ramas de las Fuerzas Armadas chilenas y sobre sus preocupaciones respecto al apoyo de Estados Unidos.

Agustín Edwards, quien había decidido abandonar Chile y partir al exilio,también le entregó a la CIA nombres de otros políticos quienes “aún tienen buenos contactos con los militares” que la CIA podría aprovechar: los dirigentes del Partido Nacional Sergio Onofre Jarpa y Francisco Bulnes, entre ellos.

Edwards también le hizo un reporte a Helms de las actividades del Presidente Eduardo Frei Montalva contra Allende después de la elección, compartiendo sus opiniones sobre la falta de coraje de Frei para evitar que Allende asumiera la presidencia. “Describió a Frei como alguien que habitualmente colapsa bajo presión”, de acuerdo al memorándum de la conversación. “Edwards dijo que Frei es indeciso, siempre vacilando, siempre esperando que ‘otro dé el primer paso’ ”. Agustín Edwards predijo que Frei “probablemente se acobardará a último minuto”, en vez de avanzar hacia un golpe.

Finalmente, Edwards intentó incitar a la CIA para que hiciera algo para evitar que Allende se convirtiera en Presidente de Chile. Le dijo a Helms que Fidel Castro había aparecido en la televisión en Chile recomendando a los chilenos no preocuparse de una intervención de Estados Unidos pues Washington estaba “neutralizado” por la guerra de Vietnam y la extendida oposición doméstica a ésta. “Una pregunta clave en la mente del chileno medio es: ¿Le importa a Estados Unidos [lo que pase en Chile]?”, le informó Edwards al director de la central de inteligencia estadounidense.

EL “MEMCON” DE LA REUNION HELMS/EDWARDS

El hecho de que Agustín Edwards se reuniera con el director de la CIA el 14 de septiembre en Washington D.C. fue conocido públicamente desde que un comité especial del Senado estadounidense, liderado por el senador Frank Church, reveló en un reporte detallado la acción encubierta de la CIA en Chile hace casi cuarenta años. Pero el contenido de la dramática conversación sólo emergió recientemente. En septiembre pasado, para el 40° aniversario del Golpe de Estado, CIPER publicó las primeras cuatro páginas del memorándum de la CIA sobre esa conversación, titulado “Conversación sobre la situación política chilena” (Ver reportaje).

El documento resume la primera parte de la reunión Edwards/Helms e indica, al contrario del testimonio bajo juramento de Edwards ante el juez Carroza, que discutieron el “timing para una posible acción militar”. Una segunda versión desclasificada del mismo documento (obtenida por el autor y que CIPER publica ahora) totaliza diez páginas fuertemente censuradas y que prueban que más de la mitad de la reunión fue dedicada a una discusión explícita sobre una conspiración para un Golpe de Estado y de cómo Estados Unidos podría apoyarlo (ver documento).

En ambas versiones de este “memcon” –como son llamados estos documentos en Estados Unidos–, el nombre de Agustín Edwards está tachado. Es claro que la agencia de inteligencia aún quiere proteger su identidad como fuente confidencial. Pero no lo logró. El documento se refiere a que la reunión tuvo lugar a petición de Henry Kissinger, entonces asesor de seguridad del Presidente Nixon, quien había tomado desayuno con Edwards el 14 de septiembre de 1970 en Washington. Transcripciones desclasificadas de las conversaciones telefónicas de Kissinger, obtenidas por el National Security Archive, revelan que Kissinger ese mismo día llamó a Helms para decirle: “Edwards está aquí”. En el mismo llamado, Kissinger le pidió a Helms que personalmente le preguntara a Edwards sobre la situación en Chile. Helms accedió.

Ahora, con la desclasificación la semana pasada de una nueva colección de registros de la oficina histórica del Departamento de Estado, tenemos una nueva versión del famoso “memcon”, una transcripción oficial y mucho memos censurada del gobierno de EE.UU. del documento que identifica a los participantes de la reunión: Agustín Edwards, Donald Kendall, el presidente ejecutivo de Pepsicola, el director de la CIA Richard Helms y un ayudante no identificado de Helms en la CIA, quien tomó notas y escribió el resumen de la reunión. Los censores de la CIA intentaron ocultar el nombre de Agustín Edwards a lo largo de la transcripción, refiriéndose a él como “nombre no desclasificado”. Pero en al menos dos partes del documento, los censores no percibieron la referencia a Edwards y su nombre es reproducido como la fuente de la información (ver documento).

La reunión fue clave en el impulso que se le dio a partir de ese día a la acción desestabilizadora emprendida por el gobierno de Nixon en contra de Allende. Agustín Edwards no fue sólo el primer civil chileno del que se tenga conocimiento que se haya reunido en esos álgidos días con el director de la CIA. De acuerdo a los documentos desclasificados hasta ahora bien podría ser el único chileno que se sepa se haya reunido con el director de la CIA. Además, no fue coincidencia que la reunión tuviera lugar justo un día antes de que el Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, ordenara a Helms iniciar un conjunto de acciones encubiertas para “hacer que la economía chilena chille” y así provocar un Golpe para evitar que Salvador Allende asumiera la presidencia.

Entre los miles documentos de la CIA y el Departamento de Estado de EE.UU. que han emergido de la decisiva intervención encubierta de Estados Unidos en Chile, no hay otro que deje tan claro el rol de uno de los principales socios chilenos en la conspiración extranjera: Agustín Edwards.

REUNIÓN EN EL MADISON

En la tarde del 14 de septiembre de 1970, acompañado por el presidente de la Pepsi, Donald Kendall, quien era un amigo cercano del Presidente Richard Nixon, Agustín Edwards se reunió con el jefe de la CIA, Richard Helms, en el Hotel Madison, ubicado en el centro de Washington. El contenido del informe de dicha reunión deja claro que Edwards venía bien preparado para hacer lobby frente a su interlocutor para la necesidad de ejecutar un Golpe de Estado en Chile. De allí que le entregara a Helms información de inteligencia sobre las Fuerzas Armadas chilenas, dirigentes políticos pro-golpe y la situación política general que había provocado la mayoría relativa del candidato de la Unidad Popular sólo diez días antes.

Por ejemplo, Edwards le informó a Helms de una reunión secreta que el Presidente Frei Montalva había tenido –usando al vicepresidente del PDC Bernardo Leighton como intermediario– con el candidato presidencial de la derecha y el Partido Nacional, Jorge Alessandri, quien había obtenido la segunda mayoría relativa con sólo 40 mil votos de diferencia con Allende. Allí se había discutido la posibilidad de crear un nuevo escenario en el cual el Congreso chileno –con los votos de la derecha y la Democracia Cristiana– ratificaría a Alessandri y no a Salvador Allende. Inmediatamente después del pronunciamiento del Congreso, Alessandri renunciaría y habría nuevas elecciones presidenciales, en las cuales Frei participaría y probablemente ganaría.

En el memorándum se dice que Agustín Edwards le manifestó a Helms su preocupación sobre la viabilidad y las probabilidades de éxito de dicho plan, conocido como “la solución constitucional”. Según se lee, Edwards le dijo a Helms: “[el plan] podría no funcionar. ¿Entonces qué?”. Agustín Edwards prefería una solución no constitucional.

El grueso de la reunión de Edwards con Richard Helms, según el informe recientemente desclasificado, estuvo dedicado a evaluar a los miembros de las Fuerzas Armadas de Chile, sus liderazgos y sus verdaderas y potenciales consideraciones para involucrarse en un Golpe de Estado. Edwards le entregó al jefe de la CIA detalles concretos de comandantes en toda las ramas uniformadas, las tropas que controlaban y lo que costaría hacerlos moverse para un golpe.

Uno de los ejemplos que entregó Agustín Edwards en esa reunión estaba relacionado con los obstáculos que se preveía en la Fuerza Aérea, la que difícilmente jugaría un rol de liderazgo para el golpe. Informando sobre el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, el general Carlos Guerraty, Edwards le dijo a Helms: “Él quiere actuar contra Allende, pero Guerraty no es muy inteligente”.

En otro acápite del informe de la reunión de Agustín Edwards con Richard Helms, se registra que el director y dueño de El Mercurio le dice al jefe de la CIA que antes de dejar Chile había podido hablar personalmente con el general Camilo Valenzuela, jefe de operaciones militares en Santiago, quien semanas después se transformaría en un líder en la operación respaldada por la CIA para instigar un golpe a través de la neutralización del general René Schneider. De acuerdo a Edwards, Valenzuela declaró que “lo haría por su cuenta” si debía, para evitar que Allende se transformara en Presidente de Chile.

En el informe se dice que luego de esa conversación personal con el general Camilo Valenzuela, Edwards le transmitió un mensaje sobre el apoyo de Estados Unidos a cualquier esfuerzo para un Golpe de Estado. De acuerdo a la transcripción de la reunión de Edwards con Helms, el dueño del diario El Mercurio “agregó que al discutir la situación post-electoral con [el general Camilo] Valenzuela y algunos oficinales navales clave, estaban preocupados de dos puntos básicos:

1) Si el gobierno chileno fuera derrocado en una acción militar, ¿recibiría el nuevo gobierno el reconocimiento diplomático de Estados Unidos?

2) ¿Recibirían las Fuerzas Armadas chilenas apoyo logístico por una acción contra el gobierno?”. Luego Edwards informó a Helms que el subjefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional (y el corazón de la preparación y articulación del Golpe en 1972 y 1973), el capitán Carlos Le May Délano, había identificado dos posibles “gatilladores” para un movimiento militar contra Allende: ruido de sables en Perú o Argentina contra Allende, o una decisión del gobierno de Estados Unidos de retener ayuda.

En algún punto durante la reunión, Richard Helms le preguntó a Agustín Edwards sobre la mejor forma en que el gobierno de Estados Unidos podía enviar un mensaje de “aliento” a los militares chilenos. Edwards respondió que sería “desastroso” si un mensaje así se enviara abiertamente. Y agregó que, no obstante, “si la palabra sobre la actitud de Estados Unidos fuera enviada discretamente, podría ayudar”.

La conversación continuó con la entrega por parte de Agustín Edwards al jefe de la CIA de información de inteligencia muy necesaria sobre quiénes en el establishment político de la derecha tenían lazos cercanos e influyentes con los militares. Allí el dueño de El Mercurio mencionó a Sergio Onofre Jarpa y a Francisco Bulnes, entre otros nombres que, más de 40 años más tarde, la CIA sigue manteniendo en secreto.

USANDO LA EVIDENCIA

Al final del memorándum de la conversación, el oficial de la CIA que tomó notas entregó su propia opinión sobre Edwards: “Estaba a ratos algo emocional y frecuentemente divagaba. Parecía estar buscando las soluciones posibles pero su conversación no indicaba que ya hubiera encontrado una que considerara factible o efectiva”. El acta de la reunión deja claro, sin embargo, que ese 14 de septiembre de 1970, Agustín Edwards no sólo abogó por una solución militar para impedir que Allende llegara a La Moneda, sino que asumió el rol de informante de la CIA al proveer a la central de inteligencia de información sobre figuras políticas y militares clave que podrían ayudar en los objetivos ideológicos y económicos de Estados Unidos, los que coincidían con los intereses financieros y políticos que representaba el dueño de la empresa El Mercurio. Para ambos resultaba de vital importancia derrumbar la democracia constitucional en Chile.

Los argumentos e informaciones entregadas por Agustín Edwards al jefe de la CIA ese 14 de septiembre, ayudaron a poner en movimiento el más cuestionado y dañino conjunto de operaciones encubiertas en la historia de Chile y Estados Unidos, que incluyó el Plan “Track II”, ordenado por el Presidente Nixon durante una reunión con Helms al día siguiente (15 de septiembre), para instigar un golpe militar que llevó directamente al asesinato del general René Schneider en octubre de 1970.

Como el propio Richard Helms testificó ante el Comité Church en el Senado estadounidense: “Tengo la impresión de que el Presidente organizó esta reunión -de la que tengo mis notas escritas a mano- por la presencia de [Agustín] Edwards en Washington y que [lo que Nixon] escuchó de Kendall sobre lo que Edwards estaba diciendo sobre las condiciones en Chile y lo que estaba pasando allá”.

En términos de verdad histórica, este documento entrega la más acabada y precisa versión sobre lo que Agustín Edwards hizo, sabía y dijo para ayudar y apoyar al coloso del norte para intervenir en los asuntos internos de su propio país. Al menos los chilenos ahora saben lo que el más importante empresario de medios de comunicación ya sea por olvido o intencionalmente engañó al juez Carroza cuando testificó que nunca había conspirado con la CIA para presionar por un Golpe de Estado.

Tal vez este documento tenga un rol legal que jugar también para determinar si Edwards cometió perjurio y conspiró con una potencia extranjera para hacer daño y provocar un quiebre institucional en su patria. En efecto, es tiempo de confrontar a Agustín Edwards con las evidencias contundentes de sus verdaderas acciones como un traidor de su país y a su Constitución.

 

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