BARTICCIOTTO TRAS HOMENAJE DE COLO COLO A DOCTOR COMUNISTA DE 90 AÑOS, TORTURADO EN DICTADURA “ES UN TIPO ADMIRABLE EN TODOS SENTIDO”

22.03.2018 13:50

Una historia llena de convicción, política y grandeza es la que rodea al gran Álvaro Reyes, el doctor de 90 años que trabaja en Colo Colo y es considerado “el más querido del Monumental”.  Es por eso que desde la entidad del cacique, lo homenajearon en el Estadio Monumental, dándole un galardón por su larga trayectoria en los albos.

A la ceremonia acudió el presidente Aníbal Mosa, el goleador Esteban Paredes, y los históricos Raúl Ormeño, Pablo Contreras y Luis Mena.  El jugador que está cerca de los 200 goles, en primera división declaró  “me enorgullece que le hagan un homenaje al doctor. Me siento privilegiado de estar con usted hoy y se merece todo esto”.

Y desde afuera también le llegaron los mensajes de cariño y agradecimiento como el crack mundial Arturo Vidal, y el crack noventero Marcelo Barticciotto quien dijo conocer toda su historia y lo consideraba un tipo tremendamente admirable.

 

 

En una entrevista dada al sitio COLOCOLO.CL el doctor habló de política y del periodo de la Unidad Popular, les dejamos acá el extracto.

¿Cuándo entra al Partido Comunista?

Ya después de ser médico. A los 26 años.

En 1972 usted va a La Moneda y atiende a Salvador Allende

Él visitaba con frecuencia la Asistencia Pública. Cuando fui a verlo, a La Moneda, fue porque él llamó a la Posta para decir que le mandaran un médico porque se había torcido una rodilla y estaba con mucho dolor. Y el médico jefe de la posta, el doctor Raúl Zapata, que era un DC parece o algo así, me llamó a mí y me dice: ‘Anda tú a ver’.

Sabían cómo yo pensaba.

Ahí conocí a la Payita, la secretaria que tenía él. Ella me recibió. Atendí al presidente, le coloqué una rodillera de yeso, porque tenía un esguince de ligamento medial y después la Paya me invitó a almorzar.

Yo iba con un paramédico. Almorcé en La Moneda.

¿Qué tal Salvador Allende?

Un hombre de una tremenda personalidad, muy sencillo, muy corriente, pero se notaba su peso intelectual y su personalidad, fuerte. Cuando llegamos a La Moneda, me llamaron cerca de la 1 de la tarde. Él había almorzado y sagradamente dormía una siesta de 20 a 30 minutos todos los días. Y no se podía hablar nada porque estaba durmiendo la siesta el compañero. Así que tuve que esperar a que se recuperara de la siesta para atenderlo. Y lo vi durmiendo… ¡si dormía en un sillón, en cualquier parte! No se retiraba para eso. El resto se retiraba para que él durmiera (risas).

¿Lo sorprendió el golpe militar?

No. Se veía venir. Había conflictos dentro del sector de la UP porque había gente que decía que había que avanzar sin transar y otros que pensaban que tenía que ser una cosa gradual.

¿Usted que pensaba?

Cuando salió Allende pensé que podía ser una cosa gradual. Y de hecho defendí ese planteamiento siempre. En la Asistencia Pública donde yo trabajaba había socialistas, había gente del MIR, el FTR tenía bastante gente. Conversaba con Abel Sepúlveda (hoy también en Colo-Colo), que era del FTR, le decía cuando conversábamos en la Posta: ‘Mira Abel: Lo más importante es que tú debes saber hacia qué lado disparas’. Empleé esa terminología porque él era de los partidarios de las armas. ‘Debes saber para qué lado disparas’. Y ellos estaban disparando contra el gobierno popular en ese momento.

El MIR estaba contra Allende y estaba traicionando al gobierno popular. Y el mismo Altamirano se restó del trabajo de apoyo a Allende. Si Allende era apoyado por el Partido Comunista al final solamente. Y con el Partido Comunista se conversó la posibilidad de pedir la alianza de la Democracia Cristiana para defender la democracia.

Usted estaba a cargo del Comité Empresa de la Posta. Era probable el golpe ¿Se había tocado el tema en la mesa, había algún instructivo?

Había un instructivo que había que prepararse para un enfrentamiento posible pero nosotros no teníamos armas. Teníamos instrucción de proveernos de elementos artesanales de defensa.

Tampoco era que usted y su gente iban a ir a La Moneda el día que ocurriera el golpe…

No había nada preparado en ese sentido. Eso surgió espontáneamente para El Tanquetazo. Pero fue una reacción popular. No hubo nada preparado.

¿Cómo recuerda el 11?

Cuando iba para la posta, en el auto, escuché el discurso de Salvador Allende. Esa mañana partí poco antes de las 8 desde la casa. Deben haber sido las 8:10 cuando llegué a la posta. En el auto escuché la radio Magallanes. Escuché la declaración de los cuatro generales.

De inmediato captó que no era como el Tanquetazo

Nooooooo. Llegué a la posta y estaban los compañeros en la puerta, esperándome. ‘¡Compañero qué hacemos!’, me dicen. Y yo les dije: ‘Compañeros, esto es demasiado grande, así que hagamos cuenta de que viene un vendaval y nosotros nos agarramos de una rama, de un árbol, de lo que sea y esperemos que pase, a ver qué hacemos después. Por el momento cada uno en sus puestos, trabajando, ayudando en lo que se pueda’.

En la Posta, ese día, usted recibe y ayuda a la Payita

Entre las instrucciones que le di a la gente nuestra de la Posta, gente de la UP, era que salieran las ambulancias hacia el centro con gente de confianza. Salían las ambulancias sin que las llamaran. Va pasando una ambulancia por Morandé y, según ella contó, un Oficial le dice: ‘Y tú aquí Payita’. Justo pasa la ambulancia y dice: ‘Ella está herida’. Y se la llevan.

Llegó a la Posta en shock, con crisis de pánico, abrumada…

Le puse una rodillera de yeso y justifiqué que quedara arriba en el 4° piso y no en Urgencias, en primer piso. Eso nos permitió sacarla en ambulancia.

La persona que la atendió, una auxiliar de enfermería, le ofreció llevarla a un departamento. Al personal de la ambulancia se le dio la dirección, ella les dio las llaves y ahí se fue la Payita.

Sospechaba que en algún momento llegarían a buscarlo los militares

Sí, sabía que era posible. Tuve un alivio cuando vi en la prensa que la Payita se asiló…

Cuando me detuvieron, en el interrogatorio lo orientaron a saber de la Payita. Me torturaron sabiendo que la Payita estaba asilada.

¿Dónde lo toman detenido?

En la misma Posta. A mí me echaron de la Posta a los 6 días del Golpe. Mi exoneración aparece en marzo. Estuve sin ingresos todos esos meses…

Me llama un médico que había trabajado en la Asistencia Pública y que lo nombran director del Hospital Barros Luco. Me dice: ‘Vente para acá’. Me fui a la Posta a buscar los papeles. Entro y una enfermera conocida me ve y le noto una cara de pánico… No alcanzó a decirme nada porque un Oficial de Carabineros me toma por la espalda. Me dicen: ‘Sígame’. Me sacan al patio y me suben a un furgón de Carabineros. Un tipo alto, que yo había visto antes, me sube con un par de patadas al furgón.

Me llevaron a una comisaría, estuve una hora u hora y media y me trasladaron a la Escuela de Especialidades de la FACh. Esto fue el 17 de diciembre del 73. Ahí pasé la Pascua. Y me sometieron a interrogatorios y torturas. Me vendaron la vista, custodiado por dos conscriptos me llevaron al lugar de interrogatorio.

Me preguntaron detalles de la Payita y gente de la UP de la Asistencia Pública.

Fueron por lo menos unas dos, tres horas sometido a interrogatorio.

Lo primero que me hicieron para debilitarme fue hacer flexiones de rodillas. No era un chiquillo, tenía 44 años, pero buen estado físico. Me hicieron hacer unas 100 flexiones. Al día siguiente no podía caminar. Me trataba de parar y se me doblaban las rodillas.

Ese fue el inicio de la tortura. Después me zambulleron de cabeza en un tonel con agua, el submarino que le llaman, varias veces.

Luego me aplicaron corriente. Primero me hicieron tomar unos cables y luego me enrollaron en los genitales un cable eléctrico. Pensé: ‘Voy a gritar’.

Me tenían amarrado en una silla metálica, vendado. .. Gritaba. Por debajo de la venda veo un pie que se levanta y me dan una patada en el pecho.

De repente un tipo me pone una pistola en la cabeza, me pide que no haga ruido, ni una palabra… Entra una persona y era la jefa de personal de la Asistencia Pública. Yo estaba desnudo, vendado. Ella –se notaba- también entró vendada.

No sabía que estaba yo… Por eso el gallo me dijo que me callara. Le preguntaron sobre mí. Ella respondió. Debe haber estado más asustada que yo.

¿Logró verle las caras a los que lo torturaron?

Nooooo. Todo el tiempo yo estaba vendado. Ninguna noción de quién fue.

Luego, mientras estaba detenido, lo van a visitar los jugadores de la Selección Chilena

Yo pasé por el Estadio Chile como dos semanas y luego me trasladaron a la Penitenciaría. Inmediatamente me comenzaron a visitar amigos. Pedro García se portó estupendo conmigo.

Debe haber sido en abril del 74 cuando fueron a verme los dirigentes de Unión Española, me regalaron un televisor Antú para ver el Mundial. Fue Abel Alonso. Incluso Fluxá (Presidente de la Asociación Central de Fútbol) y los capos grandes trataron de interceder ante el Gobierno Militar.

Luego, los seleccionados –me contaron después- iban hacia el aeropuerto y le pidieron al chofer del bus que pasaran al Penitenciaría y se bajó un grupo grande a saludarme. Y me regalaron un banderín firmado.

Dentro de lo triste, esas cosas eran súper alentadoras.

¿Después no pensó salir del país?

Me lo ofrecieron pero decidí quedarme. Por mis principios y mis ideas decidí ayudar a luchar contra la dictadura. En la clandestinidad. Una vez me detuvieron los Carabineros por un control rutinario y yo llevaba una pila de propaganda dentro del auto. Me podrían haber eliminado.

Siempre pensé que, cuando estuve preso, no me eliminaron porque yo era una persona conocida. En una clínica donde trabajé a fines de los 70 e inicios de los 80 atendí a gente clandestina del Partido Comunista. Incluso gente del Frente Patriótico. En la clínica nunca se dieron cuenta.